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martes, 15 de abril de 2014


http://notas.org.ar/ey-vos-escucha-bien-tu-piropo-me-acosa/
El debate sobre el “piropo” y el acoso callejero se impuso con fuerza a partir de la campaña de Acción Respeto que tiene lugar ésta semana a nivel internacional. “Si te incomoda leerlo, imagínate escucharlo” fue el lema elegido por los promotores de ésta lucha.

Muchas provincias de Argentina se organizaron autónomamente para pegar en lugares estratégicos unos carteles muy simples pero efectivos a la hora de llamar la atención de los transeúntes y de los medios de comunicación, que tardaron muy poco en aparecer en la escena y comenzar a debatir un tema, que para las mujeres y varones que defienden la iniciativa, es un micromachismo y una microviolencia latente en las bases del patriarcado. Repasamos una a una las ideas que integran la propuesta de una cultura libre de acoso callejero y las repercusiones que éstas han tenido.
“Tenía diez años”, comienza relatando la mujer. “Me acuerdo patente. Iba caminando con mi mamá por una vereda muy angosta y sentía que me miraban desde bastante más adelante, me miraba como con rayos x, cuando pasé por su lado agache la cabeza de lo ultrajada que me estaba sintiendo, y él me dijo por lo bajo al oído: ‘Que lindos ojos que tenés’. Me enfurecí, paré de caminar y le grite algo que no recuerdo y, con lágrimas en los ojos, seguí puteándolo ya de lejos, muy nerviosa. Instantáneamente mi mamá me retó y me explicó que eso era un piropo que los chicos les dicen a las chicas para hacerlas saber lo lindas que son y hacerlas sentir bien. Me dijo que me tendría que poner contenta recibir halagos de la gente extraña”.
Muchos malos recuerdos podrían aparecerse en la mente de casi todas las mujeres. Según una encuesta mundial realizada por la ONG Stop Street Harassment, el 90% de las jóvenes de 19 años ya sufrieron acoso callejero y una de cada cuatro niñas de 12 años ya ha vivido un episodio de acoso en la vía pública.
La semana Internacional en contra del acoso callejero ha recibido muchas adeptas, pero también se han sumado muchos varones que apoyan con fuertes argumentos la campaña en contra del acoso verbal y la cultura en donde el avasallamiento en lugares públicos está hasta bien visto por gran parte de la sociedad, sociedad machista, sumisa y víctima.
¿Piropo o Acoso?
La primera gran discusión. Se denomina acoso a las palabras y acciones no deseadas de parte de desconocidos, en lugares públicos, que están motivados por el género, que invaden el espacio personal, atemorizan, son sorpresivos, irrespetuosos e insultantes para las mujeres. ¿El piropo? Una forma de galantería y caballerosidad. “Algo lindo que se le dice a la mujer”, opinan algunos en las redes sociales. Como explica Micaela di Leonardo, autora de La Economía Política del Acoso Callejero: “A través de miradas, palabras o gestos, el hombre afirma su derecho a entrometerse en la atención de la mujer, definiéndola como un objeto sexual y obligándola a interactuar con él”.
La idea de llamar a las cosas por su nombre tiene sentido porque el piropo es socialmente aceptado y bien visto, pero en la realidad de las mujeres ese “piropo” que no respeta, avasalla y violenta, no es un piropo, es acoso. El tema se ha instalado públicamente generando muchas repercusiones y también mucha resistencia.
De todas formas, esto es lo más importante. En primer lugar porque las opiniones, los comentarios, las burlas, los testimonios y todo lo que ha comenzado a debatirse éstos días, pone de relieve que efectivamente el piropo/acoso es una forma naturalizada de microviolencia, muy difícil de ver y de aceptar. Una forma de machismo invisible. Están los y las que no quieren saber nada, no quieren escuchar que hay miles de mujeres diciendo a viva voz: No quiero tu piropo, quiero tu respeto.
Pareciera ser que esa práctica (tan indispensable) en su vida, no va a desaparecer porque es buena e inocente, como señalan las personas que se rebelan contra ésta campaña por diferentes medios. Por lo general son las mismas personas que arremeten contra las impulsoras de la campaña llamándolas histéricas, locas, mujeres con mucho tiempo libre y, la palabra mágica, puta.
“Si fuera mujer no me molestaría que me digan piropos”
Una idea para pensar profundamente, pero a grandes rasgos, recibir ésta respuesta debe sentirse como un: “No me importa lo que me cuentes, ni tus malas experiencias, sigo creyendo en los preconceptos con los que se me ha educado y dejando de lado lo que pensás y sentís, yo sé que no es así porque me lo imagino”. Este fue el argumento machista más arraigado ya que mantiene en lo más profundo de sus ideales, que no importa lo que opine la mujer, las cosas en ésta sociedad se hacen a la medida del varón, una medida que si no conoce, se inventa.
“Las mujeres se visten para que las miren”
Éste es otro de los argumentos esgrimidos por parte del público para justificar el porqué del acoso callejero. Hay muchas cosas para resaltar de ésta frase que es muy usada como argumento. En primer lugar el cuerpo de la mujer se vuelve objeto, un objeto que se prepara para ser mirado y comentado.
Descontextualizando un poco la frase, sería equivalente a decir que si salís con la bici, es para que te la roben, o peor aún, un argumento del que las mujeres se vienen defendiendo hace mucho: Si te vestís así estás incitando a que te miren, te toquen, te violen. Este argumento, incluso, es sostenido por muchas mujeres.
En segundo lugar, ésta frase trae consigo la idea de que el varón tiene instintos naturales que se despiertan cuando la mujer deja al descubierto su cuerpo. Metafóricamente hablando es equivalente a la sangre que huele el tiburón y lo vuelve un depredador carnívoro. Eso es natural, al igual que el cuerpo de la mujer que lo exhibe despertando así el instinto masculino. Para muchos y muchas que sostienen ésta tesis, parece ser algo inevitable, es así. Por lo tanto se defienden del acoso diciendo que si no quieren ser acosadas en la calle mientras caminan, no se vistan así.
La calle es pública y lo público es de todos
Las mujeres y varones que defienden ésta lucha expresan que no deberían, las mujeres, pasarse la vida buscando estrategias para no ser acosadas, que en lugar de vestirse para ellas, deben ponerse buzos y prendas holgadas, que deben dejar de salir en determinado horarios, que deben cambiar sus recorridos, que deben salir acompañadas o usar auriculares para evitar sentirse acosadas. Reclaman el derecho que les es propio, de caminar libremente por la calle y de que ésta sea un lugar seguro para ellas también.



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